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El linfedema como secuela del cáncer

El linfedema como secuela del cáncer
Jueves, 29 de Noviembre 2018
El linfedema es uno de los efectos secundarios habituales de algunos tratamientos para el cáncer. Consiste en una acumulación anormal de líquido en los tejidos blandos del cuerpo, que provoca hinchazón, comúnmente en los brazos o en las piernas.

El sistema linfático forma parte del sistema inmunitario y, como tal, es una de las principales redes de nuestro organismo para protegernos contra infecciones y enfermedades. Se trata de un sistema que hace circular la linfa –un líquido incoloro compuesto por glóbulos blancos, proteínas, grasas y sales– desde los tejidos hasta la sangre.

Los vasos linfáticos son los encargados de penetrar en los tejidos de nuestro organismo para recoger y transportar la linfa hasta los ganglios linfáticos. Estos pequeños nódulos, acumulados en varias zonas del cuerpo (cuello, axilas, ingles, tórax y abdomen), producen glóbulos blancos y filtran la linfa de sustancias perjudiciales: bacterias, virus, células cancerosas…, destruyéndolas y combatiendo así infecciones y enfermedades.

El líquido linfático filtrado regresa de nuevo al torrente sanguíneo, habiéndose completado un trayecto unidireccional.

¿Por qué se produce el linfedema?

El linfedema se origina cuando nuestro organismo no dispone de vasos o ganglios linfáticos suficientes para hacer circular la linfa con normalidad y drenar así el líquido linfático. El resultado es una acumulación anormal de líquido en los tejidos blandos del cuerpo, que provoca hinchazón, comúnmente en los brazos o en las piernas.

El linfedema es uno de los efectos secundarios habituales de algunos tratamientos para el cáncer, por la extirpación o el daño producido a los ganglios linfáticos durante su administración o al realizar una biopsia. Se estima, por ejemplo, que hasta un 30% de las mujeres operadas de cáncer de mama pueden desarrollarlo, porcentaje que aumenta si además han recibido radioterapia axilar.

Esto es debido a que, en muchas de las cirugías utilizadas para tratar el cáncer, es posible que se extirpen ganglios linfáticos cercanos al tumor si estos se encuentran dentro de la zona del tejido afectado. La extirpación de los ganglios linfáticos tiene como consecuencia directa la eliminación de los vasos linfáticos, que están conectados alrededor de los ganglios. Si los vasos restantes no son capaces de captar suficiente líquido, se produce el linfedema.

Así mismo, la radioterapia afecta negativamente a los vasos y a los ganglios linfáticos de la zona expuesta, repercutiendo en el transporte de la linfa y aumentando el riesgo de linfedema. Por otro lado, el propio tumor o una infección pueden llegar a bloquear el sistema linfático, limitando también el transporte del líquido y ocasionando este trastorno.

La técnica del ganglio centinela

Para conocer el pronóstico del cáncer y su estadificación, muchas veces es necesario reconocer si se ha diseminado a los ganglios linfáticos localizados en la zona tumoral. Para ello, se realiza una linfadenectomía: se extirpan ganglios linfáticos y se analiza una muestra de tejido para determinar si hay signos de cáncer. Esta técnica puede ser regional si se extraen solo algunos de los ganglios linfáticos del área tumoral o radical si se extirpan la mayoría o todos.

No obstante, en la actualidad, la técnica del ganglio centinela, en muchos de los casos, permite evitar la linfadenectomía:

  • El ganglio centinela es el primero que encuentran las células tumorales al intentar diseminarse a través de la linfa.
  • Por tanto, al realizarse una biopsia de este ganglio, es posible identificar si ha sido afectado por el tumor.
  • Si no fuera así, se puede descartar que el tumor se haya extendido hasta el resto de ganglios linfáticos, evitando su extirpación y reduciendo las posibilidades de padecer linfedema en el futuro.
  • Solo en caso de que el ganglio centinela esté afectado por el tumor, se procederá a la extirpación y análisis del resto de ganglios linfáticos (linfadenectomía).

Síntomas y consecuencias del linfedema

El linfedema no se desarrolla de forma brusca, por lo que sus primeros síntomas suelen ser muy débiles: sensación de pesadez o hinchazón en los brazos o en las piernas, endurecimiento de las zonas de las extremidades que soportan más presión o sensación de que la ropa se ajusta más. En una etapa posterior comienzan a apreciarse dificultades o dolores a la hora de movilizar brazos o piernas, así como un cambio en la apariencia física.

Es fundamental permanecer atentos a estos signos, pues, si el linfedema no llegara a recibir tratamiento, desembocaría en la formación de depósitos sólidos de grasa y fibra en las zonas afectadas, así como en una hinchazón crónica en los brazos, piernas o genitales, reduciéndose las capacidades físicas del organismo. Además, subiría notablemente el riesgo de padecer infecciones, al verse afectadas las defensas del organismo por la incapacidad de un buen funcionamiento del sistema linfático.

Existen una serie de técnicas aconsejadas para reducir el volumen y la evolución del linfedema, como el drenaje linfático manual. Es un tipo de masaje suave que se utiliza para activar el funcionamiento del sistema linfático manualmente, movilizando y eliminando las sustancias perjudiciales.

Siempre como complemento al drenaje manual, pueden aplicarse prendas de compresión: se trata de vendajes o medias que comprimen el brazo o la pierna afectada, con el objetivo de reducir la hinchazón y favorecer la circulación de la linfa. Además, existen varios ejercicios que favorecen el drenaje y que el paciente puede realizar por sí mismo; han de realizarse lentamente y portando siempre las prendas de compresión para conseguir mayores beneficios.

Por otro lado, será fundamental cuidar la piel, sobre todo a medida que el linfedema evoluciona, pues con el tiempo se vuelve más tirante y se deshidrata. Se debe tener especial cuidado en limpiar, hidratar y secar correctamente la zona de los brazos y las piernas, así como desinfectar cualquier pequeña herida que pueda aparecer.